Conferencia de Steven Hilty
Recuerdos de Colombia y el ecoturismo como negocio y contribución a la ornitología
Buenos días, señores y señoras, miembros de la Asociación Colombiana de Ornitología, y amigos.
Es un honor y un placer estar aquí hoy. Y quisiera decir gracias por la gran bienvenida que me han dado. Es un honor conocer a tantos de ustedes, muchos por primera vez. Puedo decir que es especialmente agradable ver a tanta gente hoy, estudiantes y profesionales de la ornitología, y gente de varias otras profesiones, que han venido debido a un interés en las aves y también en los recursos naturales y el ambiente de este gran país. Para mí esto es un gran cambio de cuando vine por primera vez a Colombia. Esto fue hace más de treinta años. Era 1971. Colombia era, en esa época, un país bastante pacífico. Con mi esposa pudimos viajar casi por todo el país, sin miedo y sin precauciones especiales. Colombia fue para mí, verdaderamente, una experiencia de esas que le cambian a uno la vida. Mi sueño durante varios años antes de que viniera era estudiar las aves en las zonas tropicales. Sentía reverencia hacia la gran diversidad de aves tropicales, y había estado leyendo los estudios de Willis sobre los antbirds y de David Snow y Barbara Snow sobre los manakins, los bellbirds y los tanagers y sobre los frutos que comían. Quería y tenía que ver y experimentar estas cosas personalmente. Mejor dicho, estaba casi loco por ver todo esto. Así pues, volví a la Universidad de Arizona para continuar estudios de ecología y ornitología.
Era irónico, creo, pero en ese momento, precisamente, mi asesor principal de la Universidad planeaba pasar un año estudiando aves en Colombia. En realidad, él vino aquí mismo a Santa Marta, a estudiar las aves, porque él tenía interés en la avifauna del desierto, y la vegetación del desierto de aquí alrededor de Santa Marta no es realmente muy diferente de la del desierto de Sonora, que queda alrededor de la Universidad de Arizona, en Tucson. Creo que la diferencia más grande es, tal vez, que en el desierto de Arizona hay vaqueros, o por lo menos los había en las películas de allá, y aquí no. Apenas podía esperar para ir a Colombia. Pero realmente estaba muy mal preparado. No hablaba español. Apenas sabía decir “Buenos días”; y pedir comida o un baño era algo que estaba totalmente fuera de mi vocabulario. Ahora, después de treinta años, mi español es un poco mejor, pero no demasiado. No paso hambre ahora. Sin embargo, como siempre he pasado demasiadas horas en el campo estudiando las aves, nunca practiqué mi español en forma suficiente. Seguramente hoy sí lo estoy practicando mucho.
La venida a Colombia fue un tiempo muy emocionante y hermoso para mí. Sin embargo, en aquella época había solamente unos pocos ornitólogos colombianos, quizás solo los suficientes para llenar dos carros. Nada como el ciento o más que veo hoy aquí. Conocí a algunos de ellos: el padre Antonio Olivares, en Bogotá, y Carlos Lehmann, en Cali, y Humberto Álvarez y José Ignacio Borrero, en la Universidad del Valle. Más adelante conocí algunos otros, pero es con estos cuatro ornitólogos colombianos con quienes tengo una deuda. Fueron todos considerados conmigo y generosos con su tiempo. Uno de ellos está hoy aquí, el profesor Humberto Álvarez. Pero me gustaría que todos estuvieran aquí, para poder darles las gracias a todos, aunque fuera tardíamente.
Cuando vine a Colombia en 1971 solamente había un libro de las aves del país. Era, por supuesto, el libro de Meyer de Schauensee, Aves de Colombia. Este libro fue uno de los primeros que tuvo cualquier país en Suramérica. Por eso ocupa un lugar muy importante. Pero, en realidad no era un libro bueno para el campo. Yo tenía muchas dificultades con él y a veces me desesperaba. Pero me habría desalentado aún más si no fuera porque Carlos Lehmann era en esa época director del Museo de Historia Natural de Cali, y este museo quedaba cerca de donde vivíamos mi esposa y yo. Entonces, él me invitó a ir al museo a estudiar la colección cuando quisiera. Así pues, siempre que estaba en Cali iba al museo. Fui muchas veces, y Carlos casi siempre estaba allí. Eso fue una gran ayuda para mí. Terminé mis investigaciones en el Valle de Anchicayá, sobre el lado occidental de los Andes, en el Valle. Talvez algunos de ustedes sepan dónde está ese lugar. Estaban construyendo una hidroeléctrica en aquella época, y el camino hacia allá era nuevo. Permanecimos casi tres semanas por mes, con un guardabosques, en una casita. Este sitio estaba ubicado en la cresta de una montaña, al lado este del Valle de Anchicayá. Era puro bosque nublado, con una vista celestial, y era uno de los lugares más bonitos del mundo. Durante más de un año estudié las estrategias de forajeo en las tangaras del género Tangara, y comparé lo que comían con el tamaño de sus territorios y las cantidades de fruta disponibles en el ambiente. Al final de cerca de dieciséis meses allá, había conocido casi todas las aves, sus vocalizaciones, dónde vivían, adonde iban cada día, etc. Esos días fueron muy divertidos. Tenía libertad para levantarme cada mañana y vagar todo el día adonde quisiera, dentro del bosque. Todo parece ahora como un sueño. También fuimos a otros lugares de los Andes, a los alrededores de Cali, Buenaventura, la laguna de Sonso y al Puracé, y, con el tiempo, fuimos a Leticia. Pero en todos los meses que estuve en Colombia durante esa primera venida, yo no pensé, ni una sola vez, en escribir un libro sobre las aves de Colombia. La idea surgió más adelante.
En realidad, fueron mi coautor, señor William Brown, del Canadá, un geólogo especializado en metales preciosos, y Carlos Lehmann, quienes tuvieron la idea. El señor Brown era jubilado, y él y Carlos eran muy buenos amigos. Entonces planearon hacer un libro sobre las aves de Colombia. Muy lamentablemente, sin embargo, Carlos murió de forma repentina, antes de que pudieran incluso comenzar la obra. Entonces, más o menos dos años después, el señor Brown me contactó, buscando alguien con experiencia con las aves en el campo. Y el resto es historia, creo yo. La preparación de este libro fue muy lenta al principio porque yo tenía otras obligaciones. También tuve que regresar varias veces a Colombia para aprender mucho más sobre las aves de su gran país. Fui a muchos lugares nuevos. Como siempre, ni el tiempo ni el dinero fueron suficientes para visitar todos los lugares que deseaba ver. De modo que, por las cosas que le faltan al libro, acepten, por favor, mis disculpas. Después trabajamos más rápido, y luego de cerca de cinco años, entregamos nuestro manuscrito a la imprenta de la Universidad de Princeton. Fue mucho trabajo. En realidad estábamos agotados.
ECOTURISMO
Hasta aquí con la historia. Ahora quisiera dar un giro y hablar un poco sobre ecoturismo y las contribuciones del ecoturismo a la ornitología. También hablaré sobre las posibilidades de combinar el ecoturismo con la ciencia.
Actualmente hay gente activa en la ornitología en Colombia de varias maneras: activa en conservación; escribiendo libros nuevos, como Aves de la Sabana de Bogotá-Guía de Campo, y haciendo investigaciones en el campo y en el laboratorio. También hay asociaciones y grupos activos, como la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO) y la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO). Nada de eso existía antes. Pero todavía casi no hay actividades en turismo. Éste es un campo que está casi ausente. Ojalá esto pueda cambiar en el futuro.
Algunos de ustedes ya conocen que he trabajado la mayoría de mi vida profesional como guía de observadores de aves y de viajes de historia natural. Por casi veinte años he trabajado en ecoturismo. Al principio, esa palabra no existía. Pero la verdad es que los viajes para observadores de aves son un tipo de ecoturismo. Trabajo con Victor Emanuel Nature Tours, una compañía ubicada en Tejas, y nuestra especialidad, como ya lo saben, es llevar gente a lugares interesantes para observar las aves. Mostrarles las aves a la gente. Creo que me dediqué a este tipo de trabajo porque no deseaba un trabajo “verdadero”. Tuve uno o dos trabajos “verdaderos” antes, pero eso fue hace mucho tiempo. Por diversión, conduje un viaje a Colombia para observadores de aves en 1975, otro en 1976 y luego uno o dos cada año, hasta que comencé a trabajar de tiempo completo para Victor Emanuel Nature Tours, en 1982.
Entre ese año y 1986 vinimos varias veces con grupos de observadores de aves y naturalistas, grupos bien organizados, y fuimos a muchos lugares. Disfruté viajar y disfruté trabajar con la gente y descubrí que este tipo de trabajo podía servirme para mi sustento y el de mi familia. Y encontré, también, algo muy importante para mí: que con este trabajo podía organizar mi propio horario y trabajar en otros proyectos e investigaciones cuando no trabajaba como guía. La combinación de ser guía y de tener tiempo libre para escribir fue muy atractiva para mí. Ahora, puedo decir que usted no se hará rico haciendo esta clase de trabajo, ni tampoco escribiendo libros, pero viajará mucho. Hay, sin embargo, un mercado muy grande para los libros sobre aves en Norteamérica y Europa. Este mercado está creciendo rápidamente y por la misma razón hay un mercado grande para el ecoturismo. Ahora la gente desea viajar por todas partes para ver aves. Por ejemplo, cuando Victor Emanuel Nature Tours comenzó a operar en 1974, ofrecía solamente cerca de diez viajes. Yo empecé a trabajar de tiempo completo en 1982 y en ese año ofrecimos cerca de cincuenta viajes, principalmente en el Nuevo Mundo. Ahora ofrecemos alrededor de ciento cincuenta viajes cada año, a todo el mundo. También ofrecemos entre seis y diez travesías en barco y en tren cada año. Este último tipo de ecoturismo en barco o en tren es muy lujoso. Llevamos normalmente entre cincuenta y cien clientes y hasta diez guías. Es un tipo de viaje muy diferente a los otros. Es más bien para los que quieren un viaje confortable y no para los muy entusiastas, aquellos que están dispuestos a caminar dentro del bosque todo el día con sólo un pedazo de yuca o de plátano. Ahora tenemos tres veces más viajes anuales que antes y diez veces más gente. Esto debe darles una idea de cuánto ha crecido el ecoturismo. Ahora ofrecemos viajes a la mayoría de los países de Latinoamérica; pero, tristemente, ninguno a Colombia desde 1986. Dejamos de venir después de ese año debido al riesgo creciente. Lamentablemente, yo tampoco había vuelto, solo hasta ayer. En todo ese tiempo siento que es una lástima que no hayamos venido, pero nuestra compañía no podía correr el riesgo de traer turistas. Todavía no tenemos planes de traerlos, pero eso podría cambiar. Espero que sí. Por todos nosotros.
AHORA, ALGUNOS PENSAMIENTOS SOBRE EL ECOTURISMO COMO NEGOCIO
Ustedes tienen que entender que el ecoturismo, y la guianza, no son solo sobre aves, animales o plantas. Es también sobre la gente, sobre ayudar a la gente, y obrar recíprocamente con ellos. La recompensa es, en parte, la oportunidad de viajar y de conocer a muchas personas interesantes. Y si no resultan interesantes ni agradables, recuerden que solamente estarán con ellas unos pocos días.
Casi todos sus países vecinos o cercanos, como Belice, Costa Rica y Panamá, y los de Suramérica, como Venezuela, Perú y Argentina, ya fomentan el ecoturismo. Para mí, es muy satisfactorio ver ahora a los jóvenes trabajando como guías o expertos en aves o en historia natural en sus propios países. Costa Rica tiene ahora muchos guás jóvenes, muy buenos, y Panamá también. Un venezolano, muchacho joven de Caracas, ahora forma parte del personal de nuestra compañía y también maneja su propia empresa de recorridos en Venezuela. También trabajamos estrechamente con otros guías en Perú, Argentina y otros países. Es mi esperanza que, algún día, algunos de ustedes, tal vez, puedan trabajar como guías en su país o en otras partes. Seguramente necesitaré su ayuda si volvemos a Colombia algún día.
LAS CONTRIBUCIONES DEL TURISMO A LA ORNITOLOGÍA Y A OTRAS CIENCIAS
Puedo decir que una parte de la información que está en mi libro Aves de Colombia, y especialmente en el libro Aves de Venezuela, la aprendí trabajando como guía de turismo. Hice grabación de cantos; muchas grabaciones. Escribí mis observaciones en cuadernos cada noche. Escribí notas sobre los hábitats e hice muchas listas de aves de los lugares visitados. Y cuando uno hace esto mes tras mes por más de setenta tours, como en Venezuela, aprende mucho más rápidamente. Claro, ciertamente puede aprender más cuando está andando solo, pero trabajando como guía se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo: aprender sobre las aves y la historia natural y apoyar a la familia.
El punto es que varias personas, incluido yo, han escrito libros sobre aves de diferentes países en parte o en gran parte porque podían viajar en forma tan extensa como lo hacen los turistas. Esto es algo que nunca habríamos podido hacer por nuestra propia cuenta o con el financiamiento de una universidad o una fundación. Cuando se trabaja en ecoturismo se viaja a muchos lugares nuevos y emocionantes. A menudo, los guías de observadores de aves y sus grupos están entre los primeros en visitar ciertas áreas alejadas. Gracias al ecoturismo, ahora se conocen mucho mejor las aves de algunas de esas áreas. Puedo darles un ejemplo surgido de una experiencia personal. Llevé varios grupos de observadores de aves a un refugio de pesca en la Venezuela meridional, ubicado en un área de suelo de arena blanca. Ningún ornitólogo había trabajado allí antes. Más tarde, otro amigo llevó grupos allí. Con el tiempo escribimos un ensayo sobre las aves de esta área, que fue publicado en Ornithological Monographs. El ensayo incluyó varias ampliaciones de rangos y una nueva especie para el país, y mucha información nueva sobre vocalizaciones y hábitat. Todo gracias al turismo. Éste es otro ejemplo personal de la contribución del turismo a la ornitología: Hace algunos años paré frente a una isla del rio Orinoco, al sur de Puerto Ayacucho, en Venezuela; esto es, al borde de Colombia. Paramos ahí porque algunos turistas de mi lancha querían ver la gran multitud de atrapamoscas tijeretos (Tyrannus savana [muscivora]) que en ese momento salían de su percha. En verdad, era una imagen impresionante. Había millares de esta ave migratoria que dormían en la vegetación densa de la isla. Entonces, durante más o menos dos horas parados allí, documentamos, en esta pequeña isla, ampliaciones de rangos de cuatro especies, y también grabamos el primer registro de otra especie para Venezuela; y yo grabé la vocalización de una nueva especie de Synallaxis, que en este momento estamos describiendo como una especie nueva para la ciencia. Todo gracias a un grupo de ecoturistas que querían ver algunos atrapamoscas tijeretos.
Finalmente, quisiera decirles que si han escuchado los cantos registrados en CDs de aves recientemente, hay una buena probabilidad de que muchos de ellos hayan sido grabados por guías mientras viajaban con turistas. Estamos en el campo mucho tiempo, intentando mostrarles las aves a la gente, y muchas de estas personas no ven muy bien. Por eso, utilizamos grabaciones de cinta o de minidisk, o, muchas veces, jugadores MP3, y hacemos muchas grabaciones para hacer que las aves se acerquen. Y la mayoría de los guías envían sus grabaciones a los laboratorios que las catalogan, como Cornell, Florida e Inglaterra. Tenemos, a menudo, la oportunidad de hacer grabaciones de sonidos de aves raras o poco conocidas. Éste es otro ejemplo de una contribución valiosa del turismo a la ornitología.
El ecoturismo crea mucho trabajo en hoteles, servicios de alimentos, transporte, guíanza, etc. Beneficia a mucha gente. Su valor es muy importante. Pero, más que eso, los ecoturistas aprenden sobre nuevos lugares y nuevos países, y se dan cuenta de que hay otros lugares importantes en el planeta, además de donde viven. El ecoturismo ayuda a aumentar el conocimiento de la gente sobre nuevas áreas. Si la gente está más interesada en un área y en sus problemas, muy probablemente será más compasiva. Cuando la gente ve y aprende sobre lugares nuevos y emocionantes, está más dispuesta a ayudar o contribuir con dinero para proteger esos lugares. En suma, el ecoturismo beneficia a la ciencia y a la gente de muchas maneras. Es una fuente de nueva información del campo y de la historia natural de las aves; puede proveer nueva información sobre poblaciones de aves y sobre aves raras. Y a veces puede proveer buena información sobre áreas alejadas e inexploradas. A menudo permite a los guías y a otras personas reunir información de amplias áreas para solucionar preguntas taxonómicas. A veces, de esto han resultado descripciones de nuevas especies.
El ecoturismo ya ha ayudado a la producción de algunos libros de aves, y es una gran esperanza mía que estos libros influyan en generaciones más jóvenes de naturalistas. Pienso que, de esta manera, el ecoturismo puede ayudar a aumentar el cuerpo de conocimiento científico disponible para todos nosotros. Y, debido a esta información, si usted es guía, estudiante, científico, profesional o cualquier otra persona interesada, estará en una mejor posición de influir grandemente en las decisiones de la gente y de los líderes de su país. Probablemente, ésta sea una de las cosas más valiosas que usted puede hacer por su propia generación y por todas las generaciones futuras.
Muchas gracias, y ¡Viva Colombia!